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Gracias por tu visita, los fics que se publican aquí son salidos de mi imaginación, con los personajes prestados de la gran Meyer… te agradecería que me avisaras si ves algún fic mío publicado por la web, eso se llama plagio y hay que combatirlo. Gracias!

Te toma muchos minutos leer un capitulo? Entonces puedes tomarte un minuto para comentar, no pido nada más. Escribe que algo dejas y lee que algo llevas.


One Shoot N° 3: El arma mas poderosa


Por Aliena Cullen

El arma más poderosa. OS.

                        

Narrador en tercera persona

Y los centauros, seres pendencieros y belicosos, se lanzaron contra los unicornios, criaturas frágiles y hermosas cuyo único delito era que su sangre daba vida; y contra los majestuosos fénix cuyas lágrimas eran curativas. Los sometieron y masacraron hasta casi exterminarlos por completo.

Pero los Centauros desconocían que los  Fénix eran unas aves capaces de renacer de sus propias cenizas. Así lo hacían constantemente una y otra vez. Siendo totalmente imposible su exterminación, plantaban cara al enemigo con una fuerza prácticamente imparable y una valentía sin precedentes. Además tenían algo a su favor… podían volar, y eso les daba alguna que otra pequeña ventaja.

Sin embargo,  los unicornios eran criaturas frágiles, inocentes, débiles.  No tenían la capacidad de defenderse así mismos por lo que su extinción era inevitable. Necesitaban ser protegidos y ocultados porque su  exterminio  total provocaría la desaparición de la magia.

Nahuel, un poderoso mago, harto ya de tanta crueldad,  lanzó un hechizo. Tomó a los dos únicos unicornios sobrevivientes de la matanza, eligió a dos Fénix para que los protegieran, dos hembras de cada especie,  y les otorgó una forma humana escondiéndolas en ese mundo  a salvo de los centauros  a quienes les sería muy difícil, casi imposible,  encontrarlas y reconocerlas. Los Centauros  vagarían por los dos mundos buscándolas sin descanso.

 Solo otras criaturas mágicas especialmente seleccionadas y destinadas para ello,  podrían encontrar a las criaturas, reconocerlas y verlas no con su forma humana sino como eran en realidad,  seres preciosos por dentro y por fuera. Las venerarían y adorarían surgiendo entre ellos la más poderosa de las armas…el amor. Precisamente sería el amor el que las salvaría.  El que salvaría a los dos mundos.

Mientras la profecía se cumplía los majestuosos Fénix capaces de morir y resurgir de sus cenizas serían los encargados de luchar en una guerra eterna  contra los malvados centauros. Mientras la contienda se desarrollaba en el mundo mágico, las cuatro criaturas sobrevivían tranquilas  viviendo entre los humanos, mezclándose con ellos. Hasta que llegara su momento. Esperando en las sombras.

Una tercera especie surgió de los cielos en ayuda de los majestuosos Fénix. Un hechicero llamado Alistair mandó al otro lado  a cuatro de ellos dándoles también una forma humana. Su misión,  encontrar a las criaturas y  así poder  ayudar a los Fénix a proteger a los  unicornios. Ya que el hechizo lanzado por Nahuel tenía una fisura: se rompería cuando él muriera.

Alistair  fue asesinado por Jacob, el jefe de los Centauros, antes de que pudiera concluir su hechizo,  provocando con eso que los  dragones no  supieran como encontrar a los cuatro hermosos seres que se supone tenían que localizar. Los dragones sabían perfectamente que era una vileza tomar por la fuerza la sangre de un unicornio, una sangre que daba vida y sin la cual la magia perecería sin remedio cayendo en un total  y completo caos. Ese caos redundaría en el mundo de los humanos hasta el punto en que ambos mundos podrían llegar a colapsar provocando su total destrucción.  Pero no sabían por donde buscar, sabrían reconocerlas en cuanto las vieran, aunque no eran capaces de encontrarlas. Y no podían permitir que los Centauros llegasen hasta los unicornios y robaran su sangre…

Cuando  por fin dragones, unicornios y Fénix lograran reunirse,  forjarían una alianza sustentada con los lazos más fuertes que existen, los del amor verdadero  y en el mundo mágico se alzaría entonces un poderoso ejército tan letal que sería capaz de derrotar al más cruento de todos los enemigos.

Para conseguir aquello solo tenían que encontrarse. Y ninguno de ellos sabía cómo hacerlo. Pero el destino es caprichoso e implacable y por más vueltas que le des si una cosa esta destinada a ser será, pero si está destinada a no ser, no será

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Ocultos por la seguridad que dan las sombras de la noche los tres dragones, vagaban sin rumbo fijo por las calles de Manhattan portando una camilla donde descansaba su líder que iba malherido e inconsciente. En su último encuentro con unos grifos, ahora aliados de los Centauros,  habían salido malparados y  no sabían dónde acudir para que Carlisle se recuperara. No podían perderlo, él era su líder, su guía, su padre y sin él estarían perdidos, no sabrían que hacer ni como seguir con esa misión que parece ser les estaba destinada: encontrar a las criaturas para ayudar  a los fénix a proteger a los dos unicornios. Pero el hechicero que los envió al mundo de los humanos nunca les dijo como podrían lograr aquello. Mientras vagaban sin rumbo fijo intentando sin éxito llevar a cabo esa misión, ellos mismos se habían impuesto otra: proteger a los humanos de las criaturas oscuras.  Los Centauros, en su busca de los cuatro preciados seres,  iban sin control de un mundo a otro, ahora los grifos se les habían unido y no pasaría mucho tiempo antes de que lo hicieran otros monstruos   tan malignos como ellos. El mundo de los humanos estaba siendo perjudicado y masacrado por eso, muchas personas morían a lo largo del día  asesinadas por aquellos que pretendían encontrar a los dos únicos unicornios vivos con el único fin de robar su sangre y terminar con la especie.

Sabían de sobra que los remedios humanos no serían capaces de curar las heridas tan profundas producidas por unos seres como los grifos, así que lo único que podían hacer era esperar a que…pasase lo inevitable. Habían oído hablar de que la sangre de los unicornios era capaz de dar vida y que las lagrimas de los Fénix eran curativas, pero estaban tan lejos como siempre de encontrarlas. Hacía tanto tiempo que las buscaban que lo cierto es que estaban desmoralizados pero no dejarían de hacerlo.

Hasta donde alcanzaban a saber los unicornios que buscaban eran las únicas criaturas sobrevivientes de una especie que  se extinguió hace tiempo por culpa de la crueldad de los centauros, seres viles y atroces con los que habían tenido el privilegio de tropezarse en más de una ocasión. Según decía la leyenda los centauros vagaban por el mundo buscándolas,  junto a los  dos fénix encargados de su protección, pero gracias al hechizo del  mago  los centauros nunca podrían reconocerlas… no, hasta que este mago muriera, y por lo que ellos sabían Nahuel había sido hecho prisionero y yacía medio moribundo en las celdas del hogar de los centauros. Si Nahuel moría solo sería cuestión de tiempo que ellas fueran encontradas y eso es lo que ahora mismo no tenían, tiempo,  ya que Carlisle estaba muriendo.  Pero ¿serían ellos capaces de reconocerlas y pedirles su ayuda?, ¿serían ellos capaces de enamorarse sin remedio cumpliendo así con su destino? pensaba el más joven de los dragones un muchacho hermoso en su forma humana con el cabello cobrizo más caótico que nunca se hubiera visto.

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—Desea alguna cosa más señorita –le preguntó el dependiente de la tienda a Bella.

—No, eso es todo –dijo Bella mirando a todas partes ya que desde hacía algún rato notaba como alguien la observaba. No podía ser, era imposible,  el hechizo de Nahuel no podía fallar y él había dicho que los centauros jamás las encontrarían en el mundo humano. Por lo menos, no hasta que aparecieran esas criaturas hermosas por dentro y por fuera que las protegerían y ayudarían a  derrotar a su mayor enemigo. Pero Bella no podía saber cómo eso iba a ser posible pues hasta sus oídos había llegado que esos seres eran tan incapaces de localizarlas como los centauros debido a que el hechizo no se completó. 

Bella y Alice tenían fama de ser criaturas débiles, frágiles y delicadas, quizás tal vez lo fueran, pero solo en apariencia, porque ellas estaba dispuestas a luchar con lo que fuera para impedir que los Centauros las cogieran. Esme y Rose les estaban ayudando con eso, enseñándolas a luchar y a defenderse hasta que llegara el momento de su encuentro con los poderosos dragones. Pero se preguntaba cuándo llegaría ese momento.

Pagó su compra al dueño de la tienda y salió a toda prisa hacia la casa, que era su refugio, su lugar seguro. Un lugar apartado del mundanal ruido con un bosque cerca en donde Alice y ella podían tumbarse en la hierba y fundirse con la naturaleza, aunque no pudieran transformarse, eso solo pasaría cuando se cumpliera la profecía. Mucho peor lo tenían Esme y Rose ya que la única pasión del ave Fénix era volar, surcar el espacio y el cielo en total y completa libertad. Dicen que el ave Fénix muere y resurge de sus cenizas y ese poder, al igual que la capacidad de curación de sus lágrimas  había permanecido intacto en sus  dos compañeras de fatigas. Ya era la tercera vez que había presenciando aquel mágico y poderoso acontecimiento. Del mismo modo  los dos unicornios también conservaban esa magia curativa de su sangre. Era su recuerdo de quienes eran en realidad, su legado.

Corrió a toda prisa por las desiertas calles que a esas horas de la noche estaban totalmente vacías. Para ella correr estaba en su naturaleza y podía alcanzar velocidades increíbles pero esa noche llevaba una prisa especial, pues seguía notando como alguien la observaba. Es más, podía escuchar como  la seguían, sentía sus pisadas, sus pasos apresurados dirigirse hacia ella. ¿Tal vez esos dragones sí serian capaces de encontrarlas?, ¿las habían localizado  ya  y por eso se sentía…vigilada?, ojala fuera eso y no que, tras la muerte de Nahuel, el hechizo se hubiese roto.

Bella no era cobarde, no señor, la vida no la había dejado serlo, así que decidió ocultarse en las sombras y encarar a su enemigo utilizando todos los conocimientos que Esme y Rose les habían enseñado. No podría ser un centauro, era casi imposible, Nahuel no podía estar muerto,  pero si al final su hora había llegado,  moriría con valor, peleando tal como lo hicieron Charlie y Renée  su madre y su padre.

—¿Quién eres y qué quieres de mi? –encaró a su desconocido perseguidor saliendo furtiva desde detrás de una esquina.

—Tranquila muchacha, no tengo intenciones de hacerte daño, solo quiero tu ayuda. Sé quién eres y lo que tu sangre es capaz de hacer. Soy uno de los cuatro dragones enviados por Alistair para protegeros, no sé si habrás oído hablar de nosotros, pero si lo has hecho sabes quiénes somos y cuál es nuestro propósito. Mi padre, nuestro jefe, mentor y amigo esta herido por grifos, necesito tu ayuda. Me llamo Jasper, llevamos mucho tiempo  buscándoos para ayudar a los fénix con vuestra protección pero si tú no nos ayudas ahora...nuestra lucha contara con un dragón menos y puede que…la profecía no se cumpla.

—¿Cómo sé qué dices la verdad?

—¿No puedes detectarnos?

—No, no tengo ese poder  —no todavía, pensó Bella mientas encaraba a aquel ser que parecía saber todo sobre ella.

—Somos de verdad los dragones que estabais esperando, te lo puedo jurar y demostrar. Y mientras os buscábamos hemos estado  enfrentándonos  a todas aquellas criaturas de nuestro mundo que,  en su afán de encontraros,  representan un peligro para la humanidad.

—¿Y cómo sabes que nosotras somos…esto…de otro mundo?

—Tenemos el poder y la capacidad de reconoceros, el problema es que no sabíamos localizaros.

—¿Y si antes no sabíais, como es que ahora sí?

—No lo sé, realmente no lo sé. Quizás ha sido la preocupación por nuestro líder la fuerza que lo ha provocado, no tengo ni idea, el caso es que…al entrar a la tienda buscando algún remedio humano para sus heridas yo…te vi y he creído reconocerte. Por favor dime que no me he equivocado.

—¿y cómo sé que no me vas a hacer daño?

—Porque tú…tú…eres una criatura única en el mundo, víctima de la misma magia que te creó, perseguida y humillada por aquellos que eran más poderosos. Nosotros somos los encargados de protegerte a ti y a tu hermana, jamás podríamos haceros daño. Mis hermanos dragones están luchando junto a los Fénix en nuestro mundo mientas nosotros aquí vagamos sin descanso para dar con vosotras. Créeme no voy  a hacerte daño, pero ahora necesito tu ayuda.

—Iré contigo, algo me dice que  confíe pero te advierto que si me haces daño…

—Nahuel, el mago que os protege nos perseguirá hasta encontrarnos y matarnos.

Y así fue como Bella siguió al tal Jasper hasta el lugar donde habitaban los cuatro dragones. Cuando entró se quedó congelada en el sitio al toparse con unos ojos verdes pertenecientes a uno de los habitantes de esa casa. Eran unos  hermosos ojos verdes que le recordaban a ese bosque que tanto ansiaba, unos ojos profundos, vivaces, que la miraban con la misma expresión que se supone que ella tenía.

—Este es mi hermano pequeño Edward.

—Hola Edward  —dijo Bella tendiéndole la mano. Cuando ambas pieles se juntaron una corriente eléctrica los atravesó de lado a lado dejándoles paralizados en el sitio.

—Este otro es mi hermano Emmett –hablo de nuevo el tal Jasper rompiendo la magia del momento.

—Encantada.

—Y ese que yace postrado ahí es Carlisle nuestro padre. Como ves no te mentía está malherido y si no puedes hacer algo por él en pocas horas, morirá.

—Bella se acercó despacio hacia el hombre que yacía en la cama y al observarlo pudo ver una expresión amable que ahora estaba contaminada por el dolor lacerante que debía estar sintiendo. Pero lo que más le llamo la atención fueron sus ojos, unos ojos azules como el cielo que el ave Fénix surcaba en la antigüedad, amables, bondadosos y cariñosos.

—¿Tenéis algo con lo que pueda sacarme sangre?, en mi forma humana es la única manera de extraérmela,  no le curará del todo, necesitará varias dosis,  no me puedo sacar tanta  sangre de una sola vez, eso me mataría, pero le estabilizará hasta que pueda pedir ayuda.

Edward, el hermoso dragón  de ojos verdes, le tendió una jeringuilla de las que Jasper había comprado sin dejar de mirarla a los ojos. Lo cierto es que nada más verla aparecer por la puerta se había quedado prendado de ese ser tan hermoso tanto por fuera como por dentro ya que, sin conocerlos, iba a darles su ayuda desinteresada donando su sangre para salvar a Carlisle. Edward era muy joven, no conocía el amor. Durante su vida es cierto que había tenido algún contacto  con algunas otras hembras de su especie antes de  ser enviado a tierra para cumplir  con su misión. Con su aspecto humano había salido con algunas chicas pero después de que un grifo mato a una de ellas… Carlisle le había dicho que su destino era al mismo tiempo su maldición ya que era peligroso para una simple humana el permanecer cerca de él. Al final y después de mucho cuestionárselo,  había aceptado ese destino porque el recuerdo de esa chica, Jessica, tendida y ensangrentada en el suelo le perseguía por las noches protagonizando sus peores pesadillas.

Pero ahora al verse en presencia de ese hermoso ser lo reconoció de inmediato, ella era su unicornio, la criatura por la cual moriría si fuese necesario…todo su cuerpo convulsionó de deseo. Ansiaba juntar sus labios con los suyos y degustar el néctar que esa diosa desprendía y que estaba seguro sería ambrosia para su paladar. Se sabía la profecía de cabo a rabo ya que Alistair, el hechicero,  se la había repetido sin cesar una y otra vez tanto a él como a sus hermanos antes de enviarles a este mundo. En aquel entonces se preguntó incrédulo sí el podría llegar a sentir ese amor tan de repente, pero ahora al ver a esa hermosa diosa parada frente a él y sacando su sangre curativa de su brazo, se dio cuenta de que sí, que ese era su destino,  liberar a esas preciosas criaturas y devolverlas al lugar de donde nunca debieron salir. Si esa era su misión la desempeñaría con gusto luchando a muerte si llegase el caso contra aquellos centauros opresores que las había casi extinguido hace ya tantos años. Pero al mismo tiempo que su resolución crecía, una extraña amargura se apoderaba de su pecho, justo en el sitio donde estaba su corazón. Si esa criatura volvía  a su mundo él…no la vería nunca más  ya que los dragones y los unicornios vivían muy lejos unos de otros. Los dragones necesitaban el fuego que se desprendía de las entrañas de la tierra; los unicornios el bosque limpio y profundo para vagar por él en libertad. Además eran dos especies totalmente opuestas y distintas,  nunca podrían llegar a nada serio. Pero entonces, ¿cómo es que el amor que surgiera entre ellos salvaría a su mundo terminando con la guerra? En cualquier caso, si es que ese era su destino lo enfrentaría sin problemas, ayudaría a esta preciosa muchacha y…si no había mas remedio la dejaría marchar con el corazón destrozado. Porque sí, se dio cuenta en ese momento, su corazón ya le pertenecía a ella, le ha pertenecido desde el mismo momento en que cruzó por esa puerta, desde el instante en que fue enviado a buscarla  y negarlo sería una completa estupidez.

—Tenéis que hacer que se la beba, es más poderosa así. Y ahora, si me lo permitís, he de volver a mi casa, mis hermanas estarán preocupadas y necesito su ayuda para…que termine de curar. Sus heridas son muy profundas, demasiado, mi sangre lo ralentizará pero…tal vez Esme y sus lagrimas –dijo mas para sí misma que para que la escucharan las demás.

—Te acompañó dijo de pronto Edward ante la estupefacción de sus hermanos quienes no esperaban ese despliegue de caballerosidad ya que el pequeño de los cuatro dragones no se caracterizaba precisamente por su amabilidad y simpatía. Totalmente escéptico ante la enormidad de la misión que tenían que cumplir  e incapaz de creer que pudiera enamorarse así como así, se había pasado años negándose a sí mismo y a los de su especie hasta que una pobre humana murió por culpa de su estupidez. Entonces se había encerrado más dentro de sí volviéndose taciturno y malhumorado. Parecía que esa muchacha  había conseguido sacarlo de su ostracismo ¿sería posible que ella fuera su unicornio?, se pregunto Emmett a si mismo sabedor de que a él le estaba destinado uno de los Fénix al igual que a Carlisle.

—Te…te lo agradecería –dijo Bella con el corazón a punto de salírsele de su pecho. Nada más ver a aquel muchacho un sentimiento extraño se había instalado en su interior, una fuerza poderosa e inexplicable. ¿Sería eso ese amor que, según Nahuel, llegarían a sentir como unas criaturas humanas normales?,  ¿sería ese el principio del fin de la era de los centauros?, ¿podrían regresar a su mundo?

A paso rápido pues la oscuridad de la noche no era una buena compañera, Bella y Edward se dirigían hacia la casa de ésta, acompañados de Jasper ya que era peligroso que solo ellos dos anduviesen solos por ahí. Estaba claro que la muchacha no sabría defenderse sola, o eso pensaba él,  si alguna criatura maligna se presentaba. Emmett se había quedado en la casa para cuidar de Carlisle.

—¡Bella, Bella!, ¿qué pasa?, ¿por qué llegas tan tarde?, ¿qué te ha ocurrido?, ¿quiénes son estos dos…muchachos? –preguntó Alice dirigiendo su atención a Jasper, y mirándole atentamente. Bella se quedó sorprendida al igual que Esme y Rosalie que salían detrás de ella alarmadas por la tardanza de Bella. Y no era para menos ya que Alice en su forma humana era la única criatura capaz de hablar durante horas, todo de seguido y sin respirar. Nunca callaba ni debajo del agua y ahora…al verla así tan silenciosa…con la boca tan abierta.

Un pequeño rayo de esperanza recorrió el cuerpo de Esme al reconocer en esos dos chicos a las únicas criaturas capaces de salvarlas. ¿Serían ellas las criaturas de la profecía? Aunque todavía no era un ave vieja, era lo suficientemente madura como para saber reconocer a los seres que tenía enfrente de ella, ellos eran dragones pero ¿serían sus dragones?

—Este es Jasper –dijo Bella presentándole a su hermana a aquel hermoso chico de cabello rubio y ojos tan azules como el mar que ella añoraba. Su corazón brincó con fuerza dentro de su pecho cuando aquel hermoso joven le estrechó la mano.

—Y este es Edward –dijo presentando también a sus dos acompañantes a Esme y a Rose.

—¿Qué os trae por aquí?

—Adivino por tu expresión que nos has reconocido, sabes quiénes somos y cuál es nuestra misión. Llevábamos buscándoos durante mucho tiempo y al final conseguí localizar a vuestra hermana la cual desinteresadamente nos ha prestado su ayuda.

—¿Y se puede saber en qué os ha ayudado mi hermana? –preguntó Rosalie quien de las cuatro era la más desconfiada y no era para menos. Royce uno de los centauros más crueles y brutales, la había violado y violado antes de dejarla sumida en una inconsciencia tal que pensó que estaba muerta. Nahuel la encontró renaciendo de nuevo, se la llevó de ahí y la mantuvo oculta hasta que fue el momento de…realizar el hechizo.

—Uno de nosotros salió gravemente herido en un enfrentamiento con un grifo y Bella amablemente nos ha dado un poco de su sangre.

—Eso solo lo habrá estabilizado –dijo Esme –Rose,  necesita nuestras lagrimas, debemos ir a salvarlo, ellos llevan mucho tiempo buscándonos,  prometieron ayudarnos, no podemos dejar que uno de ellos muera.

—Está bien –contestó Rose aun un poco desconfiada de la situación – pero nosotras obtenemos nuestro poder de la tierra, del bosque que circunda esta casa, deberéis traerlo aquí. Yo misma iré con vosotros, mientras Esme se queda aquí con Bella y con Alice.

—Yo también puedo quedarme –dijo de repente Edward adelantándose a su hermano que justo en ese momento iba a decir lo mismo –hasta donde nosotros sabemos Nahuel está prisionero y medio moribundo. Si muere os encontrarán en cuestión de segundos. No pongo en duda tu actitud para defenderlas pero…solo eres una y ellos…muchos.
—Entonces debéis de daros prisa –dijo Esme aguantando las lagrimas que le salían de su cara al pensar en que Nahuel podría haber muerto –necesitamos permanecer unidos.

Rose y Jasper se lanzaron en una carrera desesperada hacia la casa que habitaban los dragones situada en la zona más caliente de todo Manhattan, junto a unos altos hornos.  Emmett al oírlos llegar salió presuroso a recibirlos. Cuando abrió la puerta casi se da de bruces con el fénix más hermoso que nunca sus ojos pudieran haber visto y su corazón vibró  fuerte y decidido. Rosalie no estaba en las mejores circunstancias ya que frenó en seco al ver a tan poderoso dragón y su cuerpo tembló ante su contacto.

—Tenemos que llevar a Carlisle a la casa de las chicas y debemos darnos prisa –dijo Jasper impaciente por volver a aquel sitio  donde había dejado su corazón de dragón, porque si, así era como se sentía, vacío,  desprovisto de algo y no se sentiría completo hasta no volver a encontrarse con aquel hermoso unicornio por el que ya suspiraba.

Rose se acercó al dragón que yacía en la cama sobreviviendo, aunque a duras penas, gracias a la sangre de Bella. Se arrodilló junto a él y empezó a llorar. Sus lágrimas de plata se vertían en la herida cerrándola aunque solo a medias. Los grifos eran unos seres letales que producían unas lesiones espantosas y costaba mucho curarlas.

—Por el momento es suficiente  —dijo mirando a Emmett quien le devolvía la mirada con la boca abierta y extasiado por ese momento mágico que acababa de compartir. Jasper por su lado ya se estaba desesperando así que,  dando un fuerte golpe a Emmett para sacarlo de su éxtasis,   cogió la camilla y  pusieron a Carlisle en ella.

Corrieron de nuevo tan deprisa como la camilla les permitía hasta llegar a la casa en donde esperaba una muy ansiosa Esme el regreso de Rose. Se apresuraron  a poner al paciente lo más cómodamente posible en su cama. Esme al verlo se quedó sorprendida  de su belleza y esos ojos azules le recordaron el cielo que tanto amaba. Su corazón reconoció de inmediato a su compañero, su pareja eterna. Se medio tumbó encima de él y lloró, lloró todo lo que pudo para que sus lagrimas milagrosas y curativas sanasen la herida del hombre al que había entregado su alma, al tiempo que Alice le daba a beber un poco de su sangre. Rose salió al jardín para tomar nuevas fuerzas de la tierra para  que de nuevo sus lagrimas volviesen a florecer,  Emmett la siguió tomándola de la cintura,  ella se apoyó en su pecho y se perdieron en las profundidades de aquel bosque que sería testigo de su amor.

Bella en estos momentos estaba haciendo otro tanto de lo mismo. Yacía en la hierba junto al dragón que no tenía ninguna duda de que amaba. Mientras su sangre recuperaba fuerzas, ella se saciaba de aquella boca fogosa y apasionada que le estaba brindado un placer hasta ahora desconocido para ella. Pronto las ropas empezaron a sobrar y se desnudaron el uno al otro sin dejar de mirarse a los ojos. Sus bocas y sus cuerpos se encontraban en una perfecta sincronía ejecutando una hermosa danza tan antigua como  la magia, la danza imparable del amor. Sus formas humanas encajaban a la perfección permitiéndoles disfrutar así del mayor placer que jamás hubieran experimentado. Las manos humanas del dragón recorrían la también humana forma del unicornio desde su cuello hasta su centro de placer introduciendo sus dedos dentro de ella, penetrándola, invadiendo ese santuario prohibido por primera vez. Su otra mano descansaba en sus pezones pellizcándolos con ternura, con devoción,  con  suavidad, pero, a la vez,  con firmeza y  el unicornio se retorcía del placer tan inmenso que estaba sintiendo al ser invadida por ambos lados a la vez. Las manos del dragón fueron sustituidas por sus labios y después de saciarse durante un buen rato con sus pechos, fue bajando por el resto del cuerpo   de aquel unicornio al que adoraba, cuando llegó a sus pies, después de haber mordisqueado y chupado los dedos uno a uno, volvió de nuevo a subir por ese cuerpo hermoso, beso sus piernas, sus muslos, olió la delicada fragancia que su sexo desprendía excitándole como nunca nada ni nadie lo había hecho, después de masajear y lamer el clítoris de aquella hermosa diosa con su lengua, ésta fue sustituida otra vez por sus dedos y él  siguió su camino de besos hasta llegar de nuevo a sus pechos,  los cuales devoró y degustó sin descanso. Sin dejar de besar allá por donde pasaba, volvió hasta su centro una vez más  de donde bebió el dulce manjar que la criatura le daba.

El unicornio a su vez, exploraba el cuerpo de su amado dragón, sin prisas, sin restricciones, admirándolo, amándolo, conociéndolo, retorciéndose de placer ante las caricias que su amado le otorgaba. Chillando y gimiendo cuando sus dedos o su lengua tocaban ese lugar prohibido situado entre sus muslos.

Juntos viajaron por esos parajes desconocidos del placer y del amor. Juntos alcanzaron aquel paraíso del que tanto habían oído hablar. Juntos explotaron en un éxtasis celestial, mágico y único.

Jasper siguió a Alice hacia otro lugar en el jardín, su lugar preferido según ella, y mientras el unicornio se saciaba de la diosa naturaleza recuperando las fuerzas, el dragón  se saciaba de su cuello, su clavícula y todo lo que a su boca le estaba permitido explorar. Sus cuerpos se unieron perfectamente sincronizados y juntos alcanzaron el nirvana.

Esme se quedó tumbada junto a su amor con la ventana abierta del cuarto aspirando el aroma a naturaleza que entraba por ella y se quedó dormida. Carlisle por su parte, que había recuperado fuerzas, despertó de su sueño inquieto para encontrarse con su Fénix, la criatura mas hermosa que jamás había visto y reconoció en seguida que era ella, la dueña de su corazón el fénix de la profecía.

Y mientras tanto en el otro mundo, los cielos se abrieron y una fuerza poderosa salió de entre las nubes. Potentes rayos  impactaban directamente contra el cuerpo de  centauros y  grifos sin  siquiera rozar a fénix y dragones quienes al ver lo que sucedía se lanzaron a la batalla con fuerzas renovadas.

—Se han encontrado, han hecho conexión, el mago debe morir, que alguien vaya a la cueva y mate como sea a ese hijo de puta –ordenó Jacob a Quil uno de sus hombres –Royce coge a Sam y a Tanya, atravesad la barrera, en cuanto el mago muera hay que encontrar a los unicornios y exterminarlos.

Un portal enorme se abrió entonces en el lado de los centauros.  Dragones y fénix  vieron con horror como los dos seres más desalmados de esa especie,  después de Jacob,  atravesaban el portal dirigiéndose al mundo humano. Junto a ellos iba Tanya una desertora. Una dragona amargada y resentida quien tenía una deuda pendiente con un dragón que en su día y antes de que todo esto estallara,  la rechazó.


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Con las pocas fuerzas que le quedaban,  Nahuel vio desde la camilla donde yacía como el temible y cruel Quil se acercaba a él. Estaba al límite de sus fuerzas, su magia no podría detener esta vez a la muerte y Kachiri, su pupila, aquella que llevaba preparando todos estos años para que lo sustituyera,   aun no estaba preparada para evitar que los centauros cruzasen al otro mundo y encontraran a las cuatro criaturas que él tanto se había esforzado en ocultar.  Pero sí podía hacer algo, y eso era traspasar su magia a Kachiri para  que ayudara a los ocho amantes a derrotar a sus enemigos y,  si al final conseguían vencer, Kachiri tendría el poder para lograr que  esas criaturas tan hermosas y sus dragones pudieran permanecer juntos viviendo entre los dos mundos. Cuando el amor era fuerte, único y verdadero no podía ni debía ser separado ni destruido.

Cerró los ojos, se concentró todo lo más que pudo y absorbiendo su fuerza de la naturaleza, envió a Kachiri toda su magia, todos sus conocimientos, mientras sentía como las garras del Centauro atravesaban su piel.

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—Si Nahuel muere es cuestión de tiempo que nos encuentren –dijo Esme que ahora se encontraba sentada en el jardín con Carlisle descansando en su regazo. Otras buenas dosis de lágrimas  y de sangre habían terminado de curar tan tremenda herida y ahora solo quedaba reposar, si es que lo dejaban. Junto a ellos las otras tres parejas descansaban tumbados en la hierba unos en brazos de los otros.

—Debemos estar preparados –dijo Jasper que aleccionado por Alice estaba aprendiendo a coger la fuerza proveniente del bosque.

—¿Es cierto que sabéis más o menos defenderos?  —preguntó Edward a quien Bella le estaba enseñando a hacer lo mismo.

—Sí, nosotras las hemos enseñado  y son capaces de…

Pero no le dio tiempo a decir mas ya que el suelo tembló y desde la distancia pudieron ver como dos centauros  venían corriendo hacia donde se encontraban   y un ¿dragón? surcaba el cielo dirigiéndose hacia ellos.

—El dragón no es un amigo –dijo Edward reconociendo a la que en una ocasión rechazó y juro vengarse por ello –es Tanya –añadió dirigiéndose a sus compañeros quienes asintieron comprendiendo enseguida la situación.

—¿Quién es Tanya? –preguntó Bella

—Una dragona que…digamos…esto…

—No me expliques más –dijo Bella entendiendo el problema —¿hay alguna ex…lo que sea…más de la que debamos preocuparnos?

—Ummmm….no, que yo sepa.

—Pues bien, démonos la mano –ordeno el unicornio siguiendo su instinto –y todos se dieron la mano unos a otros formando un pequeño círculo. Poco a  poco sus cuerpo empezaron a convulsionar y en cuestión de minutos los  chicos se habían convertido en cuatro hermosos dragones, y las chicas en dos perfectos Fénix y dos maravillosos unicornios. Uno de los dragones, el de color cobrizo,  se situó junto a su unicornio de un color tan marrón como la tierra de la cual tomaba su poder, mientras el otro dragón el de color amarillo se situó junto al suyo. Otro enorme dragón negro tomó posiciones al lado del fénix dorado como las espigas, mientras que el último, también  amarillo pero de tonalidad más fuerte, se situó junto al fénix del color del caramelo. De los hocicos de los dragones salían largas llamaradas de fuego señal inequívoca de la ira que había surgido en ellos.

Los centauros, los dragones y los fénix chocaron en una lucha sin tregua en donde cualquier espectador no sabría quienes eran unos o quienes eran otros. Tanya intentaban sin éxito llegar hasta Bella que luchaba y se defendía con su pequeño cuerno con una valentía fuera de toda lógica en una criatura de su especie normalmente tan pacifica. Pero siempre que Tanya arremetía contra ella chocaba con el enorme dragón cobrizo que le cortaba el paso mientras enormes llamaradas de fuego intentaban traspasar la piel de la dragona que le devolvía los golpes a Edward causándole también algunas heridas.

No les iba mejor a los centauros a los cuales les era imposible llegar hasta Alice. En un movimiento inesperado de Sam, Esme se vio sorprendida por la ferocidad de su ataque y cayó dejándola inerte por unos escasos momentos, momentos que necesitó para recuperarse y resurgir. Carlisle se despistó un poco asustado por lo sucedido y eso favoreció que Royce hiriese a Alice haciéndola caer al suelo, aprovechando el hueco que los dos amantes habían dejado libre… Jasper arremetió contra él con toda su fuerza pero fue Rose quien se interpuso en su camino ya que Royce tenía una deuda pendiente con ella. Emmett se puso a su lado dispuesto a defenderla. Jasper a su vez arremetía contra el otro centauro.

—Así que al final sobreviviste –le dijo Royce a Rose al tiempo que Esme se acercaba a Alice y  lloraba encima de ella.

—Soy más dura de lo que crees  —respondió Rose mientras intentaba dejar ciego al centauro con su pico.
Sam y Jasper luchaban sin descanso mientras Edward no dejaba ni un solo rincón por donde Tanya pudiera colarse.

—¡No te amo, y nunca te amé maldita dragona traidora. Eres la vergüenza de nuestra especie!  –le gritó Edward mientras los dos dragones colapsaban uno contra el otro.

—Lo habrías hecho si ese estúpido de Alistair no te hubiera enviado aquí, en busca de esa…

—¡Ten cuidado con lo que dices! –le dijo Edward asentándole tal golpe que Tanya cayó de bruces al suelo. Edward se dirigió hacia ella procurando que no tuviera tiempo si quiera de levantarse y con la clara intención de lanzarle su fuego hasta que solo quedaran de ella las cenizas, pero antes de que pudiera hacerlo una fuerte conmoción se escuchó en el bosque. Una bruja de aspecto temible salió de entre la bruma y se interpuso entre los contendientes.

—La fuerza física aquí ya no sirve de nada, solo es la fuerza del amor la que logrará salvarnos. Juntaros con vuestras respectivas parejas y si ese amor es poderoso, mi magia podrá hacer el resto.

Bella se puso junto a Edward y apoyó su cabeza en su cuerpo, él la protegió con su ala. Jasper hizo lo mismo con Alice y los dos Fénix se posaron a lomos de sus respetivos dragones. Todos miraron desafiantes a sus enemigos a los cuales la bruja había paralizado momentáneamente.  El hechizo de parálisis terminó y  los centauros y la traidora  intentaron lanzarse contra sus enemigos pero… no pudieron…algo los detenía. Algo que empezó a subirles desde abajo y los consumía por dentro, quemándoles. Un enorme rayo cayó del cielo justo donde estaban, haciéndoles pedazos y dispersando sus cenizas por todo el lugar.

Dragones, Fénix y unicornios recuperando su forma humana se abrazaron unos a otros felices de que por fin la guerra había terminado.

—Me llamo Kachiri y soy la heredera de Nahuel. Por el poder que se me ha conferido os conmino a permanecer en el mundo humano para así preservar el nuestro de otro posible ataque.  Debéis permanecer aquí y profundizar vuestro amor para así preservar la magia. Todos se miraron unos a otros satisfechos del cariz que tomaban las cosas, ninguno quería regresar a su mundo y separarse.

—Aceptamos –dijeron ocho voces perfectamente coordinadas.

La bruja rio para sus adentros, ¡qué bien los conocía Nahuel!

—Sin embargo –prosiguió Kachiri –como regalo a vuestro arrojo y valentía se os concede el poder de tomar vuestra forma animal dentro de este mundo siempre y cuando os limitéis a este bosque que ha sido vuestro refugio y procuréis que los humanos no os descubran. También podréis viajar entre los dos mundos siempre que queráis.

Los ocho amantes se miraron unos a otros emocionados, tendrían lo mejor de ambos mundos. Conservarían su forma humana para poder amarse sin restricciones, al tiempo que podrían cruzar al otro lado para poder volar o correr en libertad.

Tendréis hermosos hijos fruto de vuestro amor que permanecerán junto a vosotros siempre,  salvaguardando  la magia.

                                             Ooooooooooooooooooooooooo

En el mismo momento en que los ocho amantes desafiaban a sus enemigos con su amor, en el mundo mágico el cielo se volvió rojo y los rayos que llevaban ya un buen rato cayendo lo hicieron ahora con más intensidad impactando directamente y con certeza contra los cuerpos de centauros y grifos que clamaban ahora por un poco de piedad, piedad que ellos no habían tenido.

Pero los fénix eran criaturas generosas y aunque los dragones no lo eran hicieron una excepción cuando Marco, el jefe de las aves,  permitió que Aro el líder de los dragones, ajusticiara a Jacob delante de todos sus seguidores. Cayo, el líder de los grifos, siguió su mismo camino.

Los demás malvadas criaturas fueron hechas prisioneras,  desterradas y condenadas a vagar sin rumbo entre los dos mundos sin poder entrar en ninguno de ellos.

                              Oooooooooooooooooooooooooooooo

La vista humana era incapaz de verlo aunque se esforzasen mucho pero cualquier criatura sobrenatural que en ese momento estuviera observando  el cielo vería sin lugar a dudas un hermoso dragón de color cobrizo en cuyos lomos iba una hermosa criatura en su forma humana. Los dos parecían felices y disfrutaban de esa libertad que les había sido concedida y a Bella le encantaba viajar a lomos de su dragón. Junto a ellos una criatura nueva, mezcla entre las dos especies, con un hermoso color cobrizo, un precioso cuerno, una sangre hermosa que daba vida    y unos ojos tan marrones como el chocolate de los humanos, volaba junto a ellos chillando de emoción ya que era…su primera vez.

Mientras,  en el mundo mágico un unicornio corría feliz por su añorado bosque seguido de cerca por un dragón y un hibrido que observaban con  atención todos sus movimientos.

—Que hermosa es mamá ¿verdad papi? –preguntó Seth a su padre en un momento dado.

—No hay criatura más hermosa que el unicornio –le respondió Jasper, su padre.

—Yo también tengo parte de unicornio, verdad papi –dijo el niño señalando con su ala el cuerno que le sobresalía de su morro, justo encima del orificio por donde le salía el fuego.

—Tú y tus hermanos sois especiales, la esperanza de nuestro mundo.

En otro lugar indeterminado, dos dragones macho y dos fénix hembras volaban en libertad junto a sus hijos. De los hocicos de esos retoños  salía fuego pero cuando lloraban sus lágrimas curaban cualquier herida.

10 comentarios:

MarEu SaAl dijo... [Responder]

Wowwww Felicidades! Una gran historia. Me ha gustado mucho. Amo los finales felices.

joiitah dijo... [Responder]

Me a encantado la historia a sido todo muy hermoso te felicito

Bell.mary dijo... [Responder]

Woooooow que bonita historia llena de mucha magia pero sobretodo de mucho amor que al final es el que vence cualquier cosa..........Suerte.....besos

Anónimo dijo... [Responder]

Ohhh me ha encantado, ójala este OS continúe.


Antonia

usagui dijo... [Responder]

Hola me gusto tu historia me encantan las criaturas miticas mucha suerte

nessatink dijo... [Responder]

Hermosa histori me encanto... Magia , Amor lo mejor De DOS mundos....mucha suerte

Angie P.S dijo... [Responder]

Me encanto, Ali tienes mi voto...

SUHEY dijo... [Responder]

Oh un Edward dragón, sin perder sus hermosos ojos esa es característica muy de él, me encantó la historia reuniendo la mitología y el amor.

felicidades !!

Lumy Cullen dijo... [Responder]

Chica una historia fantástica. Sin palabras, me encantó!!!

belcullen dijo... [Responder]

Oh Dios mío,es fantástica esta historia graciasAliena